Para muchas personas, Jesús fue simplemente una persona que murió en la cruz por decir que era un enviado de Dios para salvarnos de nuestros pecados. Sin embargo, esto no es tan sencillo.
Dios tuvo que soportar durante muchísimos años, y aún lo sigue haciendo, la ignorancia y el desprecio de los hombres, quienes deciden buscar la felicidad solo en cosas materiales. Esto lo llevó algunas veces a pensar con acabar con este mundo, pero siempre ganó lo más fuerte: el amor que Él siente por nosotros. Fue por este motivo que nos dio siempre una nueva oportunidad. A pesar del esfuerzo, las cosas no mejoraban por mucho tiempo, ya que los hombres terminaban finalmente en guerras, odio, rencor, desprecio, etc.
Fue entonces cuando consideró que debía hacer algo muy importante, ir más allá de la elección de hombres como Abraham, Noé y Moisés para salvar a su pueblo. Decidió hacerse hombre para vivir esta vida, para dirigir a los hombres a través de la fe de quienes creían en su Palabra, la cual dejó como herencia tras su muerte. Pero esta herencia no tiene límites, sino que está destinada a todos los hombres del mundo que estén dispuestos a escucharla y a recibirla en su corazón para así descubrir la verdadera felicidad, que no es la que dan las cosas materiales, ya que esta no es eterna, sino la felicidad del alma.
Es por eso que la religión no debe tomarse solo como una parte de la cultura, sino que la religión cristiana debe tomarse como una forma de vida, siguiendo las enseñanzas de Jesús para alcanzar esta felicidad. Los cristianos deben mantener la fe durante toda la vida y deben amar a Jesús por sobre todas las cosas, ya que lo que Él hizo por nosotros fue la muestra de amor más grande que hubo en la historia y merece un gran sentimiento de amor y agradecimiento de nuestra parte, aunque muchos no lo quieran reconocer.
viernes, 5 de septiembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario